Muchas son las familias que llegan a consulta contándome que sus hijos no comen, que solo comen lo que les gusta y que el momento de la comida está lejos de ser agradable.
La mayoría de los niños atraviesan por diferentes momentos de mayor selectividad, incluso de huelgas de hambre totales ocasionadas por molestias físicas y situaciones estresantes, pero a veces esta selectividad se queda instalada de tal forma, que dificulta por completo la alimentación de la familia.
¿La alimentación de tu hijo te genera estrés? ¿No está siendo cómo esperabas?
La selectividad alimentaria es evolutiva, y ocurre en mayor medida en prácticamente todos los peques a partir de los 18-24 meses. En este momento, solemos flexibilizar su alimentación, dejarles comer más dulces que cuando eran más bebés, muchos inician las comidas fuera de casa, en la escuela… y todo esto supone un gran descubrimiento de nuevos sabores, a veces de gran potencia (dulce o salada) que hacen que empiecen a interesarse más por esos alimentos que les resultan más placenteros.
Todo esto, insisto, es normal… los niños no tienen la capacidad de valorar la calidad nutricional, se dejan llevar por el placer como es de esperar, y escogen aquellos alimentos que les gustan más, todos lo hacemos en mayor o menor medida.
Los grandes cambios emocionales, el descubrimiento y reafirmación del “yo”, complican muchas veces diferentes aspectos de la crianza, y por supuesto, también las comidas.
¿Cuándo considerar que tenemos un problema?
Si te sientes identificada con alguna de estas situaciones, probablemente ha llegado el momento de pedir ayuda:
– “He perdido las ganas de cocinar, para qué, si no come nada”
– “Solo come pollo, sopa, patatas y croquetas”
– “Llora si lo que hay en el plato no es lo que conoce”
– “Es capaz de quedarse sin cenar si no le gusta la comida”
– “Siento ansiedad cuando llega la hora de comer”
– “No tengo ganas de comer con nadie, me siento juzgada por lo mal que come mi hijo”
Estas son solo algunas frases que he escuchado en consulta, aunque en realidad, considero que entender y saber cómo abordar estas etapas de selectividad alimentaria es imprescindible para no llegar a convertirlo en un problema.
5 ideas fáciles de aplicar que mejorarán vuestras comidas
1) Comed siempre juntos, si no es a través de la comida, al menos buscad buenos momentos en familia, esto cambiará su disposición
2) Prepara raciones pequeñas, y piensa que esto es un proceso de tiempo, no comerá lechuga el primer día si no la conoce, pero puedes poner una pequeña porción en su plato para que se vaya acostumbrando al menos a verla
3) No le obligues a comer, no te enfades con él, está aprendiendo a relacionarse con esos alimentos, para él también es muy difícil
4) Cuida tus emociones y las suyas, evita hablar de comida, evita siempre decirle si comió mucho o poco
5) Poned un tiempo razonable para permanecer en la mesa juntos, utilizad una señal visual para controlarlo (por ejemplo reloj de arena), así no estarás todo el tiempo diciendo “cooooome”, “llevas ahí muchooo ratooo”, etc.
Si sientes que ha llegado el momento de cambiar, o si quieres prepararte para evitar estas dificultades, te invito a participar en el próximo taller que imparto para descubrir muchas más herramientas para disfrutar de las comidas en familia, con respeto, amor y límites claros.
Próximo taller de “Selectividad alimentaria en bebés y niños”
Post escrito por Sara Traver, asesora de sueño, lactancia y alimentación